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La causa de la patria tiene matices preocupantes

El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez sostuvo que el sueño del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, está lejos de su realización, debido a la falta de patriotismo de muchos dominicanos, por lo que instó a la nación a defender la identidad y los valores por los que se forjó una República Dominicana libre e independiente.

“La causa de la Patria adquiere matices preocupantes por las circunstancias que estamos viviendo, en que dominicanos sin ningún sentido patriótico y sin escrúpulos actúan de manera irresponsable, respondiendo únicamente a sus intereses y no a los de la Patria”, refirió.

El arzobispo metropolitano destacó la importancia de recordar a Duarte por sus aportes a la dominicanidad, durante una misa oficiada en la Catedral Primada de América, en conmemoración del 202 aniversario de su natalicio.

“Es muy justo que los buenos hijos de la Patria honremos a los que han sabido engrandecerla, a pesar de los que nunca ha merecido llamarse patriotas porque se avergüenzan de serlo o sencillamente, porque responden a intereses bastardos que deberían sonrojarlos”, expresó.

Enfatizó que los hombres a quienes hoy reconoce el país durante la lucha independentista, estaban identificados con los ideales cristianos, se apoyaron en Dios Supremo Señor y esta confianza en Él les inspiró una nueva Patria cuyas futuras generaciones disfrutarán de la libertad.

“Tenemos la obligación de defender su identidad, sus valores, sus símbolos, de engrandecer lo que aquellos abnegados hombres nos legaron y que ciertamente nos compromete: El amor de la Patria nos hizo contraer compromisos para con la generación venidera”, dijo.

López Rodríguez recordó que mediante la Conferencia de Puebla de los Ángeles, “debemos decir y reafirmar que la violencia no es ni cristiana ni evangélica y que los cambios bruscos y violentos de las estructuras serían engañosos, ineficaces en si mismos y ciertamente no conformes con la dignidad del pueblo”.

"No pueden ser otros los pensamientos que nos animen al recordar a Juan Pablo Duarte en su día, él que experimentó como pocos la ingratitud y las inconveniencias de la causa a que se debía: “Por desesperada que sea la causa de mi Patria, siempre será la causa del honor y siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre” (Duarte, Mensaje a los puertoplateños, 20 de julio de 1844).

 Si esto tenía valor en 1844, cuando apenas nacía la República Dominicana, ¿qué no diremos hoy, 171 años después, cuando el sueño y proyecto de Duarte está todavía lejos de su realización y cuando la causa de la Patria adquiere matices preocupantes por las circunstancias que estamos viviendo, en que dominicanos sin ningún sentido patriótico y sin escrúpulos actúan de manera irresponsable, respondiendo únicamente a sus intereses y no a los de la Patria?

 “Trabajemos, trabajemos sin descansar, no hay que perder la fe en Dios, en la justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos”. (Duarte, Carta a Félix María del Monte).

 Sea, pues, recordada con cariño y gratitud la egregia figura de Juan Pablo Duarte que se agiganta con el paso de los años y cuya causa es en definitiva nuestra única causa: la República Dominicana.

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