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EN EL MUSEO DE ARTE MODERNO
EXPOSICIÓN LITERATURAS DEL EXILIO, UNA NUEVA MIRADA SOBRE EL EXILIO REPUBLICANO DE 1939.
La Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior (SEACEX) de España, el Institut Ramon Llull, el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), la Secretaría de Estado de Cultura y el Museo de Arte Moderno dejaron abierta este miércoles la exposición “Literaturas del Exilio, una nueva mirada sobre el exilio republicano de 1939”.

En la apertura de la muestra, fue presentado un concierto con un repertorio musical creado a partir de la poesía de escritores exiliados, y de canciones de la memoria de los que sufrieron el exilio o emigración, con el título de “Vientos y Lugares”, en la explanada del Museo de Arte Moderno.

La exposición Literaturas Del Exilio, una nueva mirada sobre el exilio republicano de 1939 aborda la diáspora republicana con el lenguaje de la literatura, del arte contemporáneo y del cine documental, de la mano de tres creadores: el escritor y crítico literario Julià Guillamon, el artista conceptual Francesc Abad y el cineasta Joaquim Jordà.

Es un relato de relatos,-aclaran sus organizadores- construido a partir de novelas, cuentos, poemas, diarios y memorias. La narración se inicia en enero de 1939, pocos días antes de la llegada del ejército franquista a Barcelona y se divide en tres recorridos: el primero resume el paso de la frontera y la llegada a Francia, la supervivencia en campos de concentración y refugios intelectuales, la vida en el París ocupado y la experiencia de los Lager alemanes. El segundo aborda la llegada al continente americano. El tercero examina la aportación a la cultura dominicana, presenta la obra de los principales artistas que llegaron a la República Dominicana en 1939 y descubre a una serie de escritores catalanes que dejaron testimonios de su experiencia en el Caribe.

Indica que se acerca al exilio republicano español a partir de un caso particular: la historia de un grupo de escritores catalanes que en enero de 1939 abandonaron Barcelona huyendo del fascismo y la muerte. Muestra la salida, las condiciones de vida extremas de los campos de concentración del sur de Francia, la ocupación nazi y el viaje a América. Y a partir de ahí, las distintas adaptaciones a los países de acogida: México, que recibió el contingente más numeroso, unas 24.000 personas; República Dominicana donde fueron a parar unos 5.000 exiliados y Chile, que acogió entre 2.000 y 3.000 personas.

El montaje de la exposición se distribuye en ocho secciones compuestas por: 1.- La gran migración. 2.-La caída de Barcelona 3.- Los campos de concentración. 4.- La diáspora 5.- El descubrimiento de México. 6.-Chile os acoge. 7.- Volver o no volver. 8.- El exilio en la República Dominicana. Además de estas secciones se muestran una serie de murales y vitrinas sobre los escritores catalanes que estuvieron en la República Dominicana como refugiados, y que han dejado testimonio escrito de esta estancia.

La exposición se complementa con un audiovisual que reproduce la entrevista con una de las supervivientes de esta experiencia, Núria Folch, esposa del escritor Joan Sales, que fue profesora de la Escuela Normal de San Pedro de Macorís y que actualmente reside en Barcelona. Otro audiovisual con fotografías de Kart Schnitzer “Conrado” muestra como era en 1940 la República Dominicana que encontraron los exiliados.

A lo largo de la exposición el visitante puede encontrar cinco instalaciones de Francesc Abad, uno de los comisarios de la muestra, y que se titulan: La biblioteca del exilio: Construida con acero y cristal, sirve de soporte a 150 libros seleccionados del exilio catalán, entre los cuales más de 50 han sido editados en México. Alambrada de Ribesaltes: Uno de los elementos más impactantes de la exposición, es una alambrada del campo de concentración de Ribesaltes, en el sur de Francia, que es testimonio de una historia de dolor. Mauthausen: construcción de madera recubierta con una tela de rayas, como la que se utilizaba en los uniformes de los reclusos. Frente a esta construcción, un banco con la inscripción “Nur für arier” (Sólo para arios) y una enorme fotografía de la escalera de Mauthausen, construida por los refugiados españoles. En las vitrinas se pueden contemplar cartas y documentos de deportados.

Los torniquetes de la diáspora: instalación consistente en unos torniquetes reciclados del metro de Barcelona a los que se han incorporado unas cajas de luz. En estas cajas, se han reproducido los documentos personales de seis escritores que representan seis posibles itinerarios de exilio: París-Londres-Caracas, República Dominicana-México- Estados Unidos, Santiago de Chile-Buenos Aires, París-Ginebra-Barcelona, Burdeos-Barcelona.

La exposición ha sido exhibida en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires, en el Centro Cultural Palacio La Moneda de Santiago de Chile y en el Centro Cultural de España en México. La República Dominicana como lugar de paso “obligado” fue de gran trascendencia para el exilio republicano de 1939 por lo que es el último destino del circuito que recorre la muestra.

Literaturas del exilio reconstruye una experiencia universal que, más allá de la vivencia concreta del exilio español de 1939, se proyecta a distintos lugares y épocas, y estará abierta hasta el 2 de febrero de 2007 en el Museo de Arte Moderno de la República Dominicana, el cual está localizado en la Av. Pedro H. Ureña, Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte. Está abierto de martes a domingo, de 10:00 a.m. a 6:00 p.m.

En la entrada de la exposición, Francesc Abad ha realizado una instalación con una fotografía de los Bombardeos de Barcelona, fichas de inmigración de los refugiados españoles en Santo Domingo y una alambrada original de uno de los campos de concentración del sur de Francia.
Se trata de un homenaje al exilio anónimo, a los miles de personas que no aparecen en los libros de historia. A ambos lados, el visitante encuentra una serie de datos estadísticos que permiten situarse ante la magnitud del exilio republicano: 400.000 refugiados en Francia, 100.000 personas en el Campo de Concentración de Argelers, 24.000 exiliados en México.

El primer espacio está dedicado a los últimos días de la Cataluña republicana, con un gran mural que reproduce las portadas de la prensa española y francesa que tratan, desde diferentes puntos de vista, la caída de Barcelona el 23 de enero de 1939 y el inicio del éxodo republicano. En un monitor, junto al mural, se expone una serie de 30 fotografías inéditas de la retirada republicana y del paso de la frontera. El documental de Joaquim Jordà muestra uno de los pasos fronterizos tal como se encuentra en la actualidad.

Un audiovisual muestra la transformación de la playa de Argelers-sur-mer, desde la llegada de los primeros refugiados hasta la construcción de grandes barracones de madera del campo de concentración estable. Una serie de dibujos de Josep Bartolí y de Josep Subirats permiten contemplar escenas de la vida en los campo de Argelers y Barcarès. Estos dibujos se alternan con unas espectaculares fotografías del campo de Gurs, que muestran las mutilaciones en los soldados y la incipiente actividad cultural que los exiliados llevaban a cabo en los primeros meses de cautiverio.

Muchos de los refugiados españoles en Francia que participaron en compañías de trabajo cavando trincheras, fueron apresados por los alemanes y enviados a los campos de la muerte.

Una instalación de Francesc Abad dedicada al Campo de Concentración de Mauthausen, rinde tributo a su memoria, junto a los documentos del escritor Joaquim Amat-Piniella y las fotografías de Francesc Boix, que sirvieron para inculpar a los responsables en los juicios de Nüremberg.
Otros, sin embargo, pudieron escapar de la Francia ocupada y emprendieron la ruta de América. El visitante encuentra unos torniquetes, con reproducciones de documentos de salida y tránsito que explican siete destinos de la diáspora republicana: París, Ginebra,
República Dominicana, México, Chile, Argentina y Venezuela. El exilio se extiende por el mundo.
En 1939 México era para la gran mayoría de los refugiados un país totalmente desconocido.
Los testimonios hablan de fascinación y también de una cierta perplejidad ante unas formas de vida totalmente distintas a las europeas. El santuario de Chalma, en el Estado de México, simboliza el contraste tan pronunciado entre la mentalidad española y el mundo indígena.

Este apartado, incluye la filmación de una visita al santuario de Chalma siguiendo el rastro del novelista Lluís Ferran de Pol (a cargo del cineasta mexicano Juan Carlos Rulfo). Un cómic resume en cinco viñetas la novela Palabras de Opoton el viejo, escrita por un exiliado republicano: Avel·lí Artís Gener. Relata, con el lenguaje de las antiguas crónicas, el descubrimiento de Europa por los mexicas, que se hacen a la mar para recibir, a su regreso, a Quetzalcoátl. Un juego de inversión irónica que pone de relieve la fascinación de los exiliados por el mundo precolombino, contra la idea de la España imperial.

La vida cotidiana ocupa también un lugar destacado en este ámbito: las fotografías ilustran el proceso de adaptación de los refugiados a la vida del DF. La llegada, los primeros trabajos, las primeras casas, el nacimiento de los hijos, las reuniones de grupo, las primeras vacaciones…
México no fue el único país que acogió refugiados. Gracias a la determinación del presidente chileno Pedro Aguirre Cerda y del cónsul en París, Pablo Neruda, se fletó un buque, el Winnipeg, que llevó a Chile a más de 2.000 refugiados.

El diseñador Mauricio Amster, exiliado en Chile, es autor de una baraja de naipes en la que las figuras han sido sustituidas por las imágenes de militares fascistas (las copas son militares borrachos; los bastos son nazis, italianos y japoneses aliados de Franco; las espadas, falangistas; los oros, los moros del ejército colonial). Esta baraja, diseñada como elemento de propaganda en los días de la guerra civil, tiene un gran protagonismo en la última sala: aparece expuesta sobre una mesa, con tapete verde, que evoca las interminables partidas de cartas de los Centros Republicanos y Orfeones, en los que los exiliados se reunían para conspirar y discutir sobre los motivos por los que se perdió la guerra.

En los años de la transición, se popularizó la imagen de los intelectuales y políticos en el aeropuerto reencontrándose con el pueblo, en un acto de reparación simbólica. Pero no hay un único momento para el retorno. Algunos se reincorporaron enseguida, otros estuvieron fuera más de veinte años, otros no regresaron jamás. Hay quien dice que el exilio no tiene final, y que el exiliado lo es para siempre. Queda la obra.

Como conclusión de la exposición, se proyecta una filmación de la realizadora mexicana Valentina Leduc de la tumba del escritor, editor y librero Avel·lí Artís, muerto en México en el exilio, enfrentada a una biblioteca repleta de ediciones catalanas del exilio.

Un capítulo aparte se dedica al caso de la República Dominicana que, bajo la dictadura del general Leónidas Trujillo, resulta muy especial. Trujillo acogió a unos 5000 refugiados, que para entrar en el país debían abonar una cantidad de 100 dólares. Uno de los objetivos de la operación era crear colonias agrícolas cerca de la frontera, que evitaran la penetración de haitianos y permitieran “blanquear” el país. Muchos de los refugiados de la República Dominicana terminaron finalmente en México.
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La sala está presidida por una gran fotografía de la escultura de Antonio Prats-Ventós, “El bosque” (1979), 40 piezas labradas en madera de sabina, instaladas en medio del paisaje dominicano, junto a la Playa de Juan Dolio. Prats-Ventós llegó adolescente a la República Dominicana y en este país desarrolló una extraordinaria carrera como artista.

En uno de los lados de la sala se explica el exilio en el contexto de la época. Esto es, la llegada, las primeras impresiones, las colonias agrícolas donde trabajaron muchos refugiados y la importancia del movimiento artístico que se generó en la isla con la llegada de artistas como Ángel Botello, Eugenio Fernández Granell, José Gausachs, Manolo Pascual o José Vela Zanetti, a los que se añadieron en los primeros meses del exilio, Joan Junyer y Alfonso Vila Shum. Un apartado final presenta el caso de tres refugiados asesinados por los servicios secretos de Trujillo: el vasco Jesús Galíndez, el gallego José Almoina y el catalán Alfons Pereña.

Al final de la sala, un montaje con obras del pintor José Gausachs muestra la transformación que se operó en el estilo y los temas de su pintura por el choque con una nueva realidad. Junto a un óleo de los años treinta, con un paisaje típicamente mediterráneo procedente de la Fundació Palau, en Cataluña, se exponen los paisajes y las gentes de la República Dominicana, en una selección de obras del Museo Bellapart.


María Elena Dieren, Manuel Hernández Ruigomez, Almudena Mazarrasa, Juliá Guillamón y María Isabel Serrano.

Rosalinda Rosillo, Javier Gasso y María Urquijo de Hernández.



Enrique Peloche, Rosa María Nadar y Peluca Gálvez.

Nuria Martínez y Vicky de Díaz.

Jenny Polanco, Ninoska Nova y José Ramón Prats.

La embajadora de España en nuestro país Almudena Mazarrasa y la periodista Bernarda Páez.

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