Subscribe Us

Violencia contra mujer no es caso exclusivo de República Dominicana

Efe.- La muerte de mujeres a manos de sus parejas o excompañeros sentimentales en la República Dominicana continúa lacerando los cimientos mismos de una sociedad que parece ha despertado de un largo letargo de ignorancia hacia un problema que a diario tiñe de tragedia la vida familiar.

Los datos oficiales son escalofriantes: entre 2005 y 2010 los llamados "feminicidios" sumaron 1.153 asesinatos de mujeres víctimas de la intolerancia de sus esposos, novios, exparejas o pretendientes, muchos de los cuales completan el cuadro de muerte suicidándose, en un espantoso cuadro de ofuscación con su secuela de destrucción emocional para sus hijos.

En los últimos cinco años esas cifras no han hecho más que aumentar, a pesar de los esfuerzos de organismos oficiales y no gubernamentales, que han impulsado acciones de protección en favor de sobrevivientes de ataques y de mujeres amenazadas, además de sus descendientes, casi siempre menores de edad.

Los especialistas de la conducta atribuyen muchas de estas muertes a la baja autoestima y al sentimiento de posesión hacia la mujer que afecta a muchos hombres dominicanos, culturalmente inducidos por la sociedad como los "más fuertes" en el hogar y con capacidad casi ilimitada para decidir el devenir del ámbito familiar.

También se atribuyen estos casos a los niveles de pobreza económica y mental de hombres incapaces de aceptar la tolerancia y de compartir las decisiones del hogar con sus mujeres, adoptados por una conducta aprendida que les impide razonar en sentido contrario.

Esto conlleva el maltrato físico, psicológico y el abuso sexual hacia la mujer, que generalmente depende económicamente de su compañero, además de que también ha sido educada bajo patrones de conducta dirigidos a guardar una obediencia casi absoluta a este.

Y es que, precisamente, la cada vez mayor independencia de la mujer dominicana desde el punto de vista económico, académico-profesional y laboral, es percibida por muchos hombres como una "rebelión" que no están preparados para "digerir", y a la que reaccionan con violencia dadas sus limitaciones emocionales.

Expertos en el tema han explicado en reiteradas ocasiones que la violencia intrafamiliar, amén de una clara cultura machista, contiene cargas de desconfianza e infidelidad en la pareja, educarse en hogares violentos, falta de orientación, y hasta influencia de los medios de comunicación masivos.

Todos estos factores contribuyen, aseguran esos especialistas locales, a que el prejuicio contra la mujer esté presente en el hogar, centros de trabajo, de estudios, iglesias y lugares recreativos.

Los organismos oficiales dominicanos que combaten el flagelo lo hacen desde una perspectiva integral, incluyendo el reforzamiento de las medidas represivas contra los violentos, la creación de casas de acogida para las víctimas, -aunque en este punto se ha avanzado muy lentamente-, así como la integración de figuras populares del deporte o el entretenimiento a campañas de concienciación a través de la radio y la televisión, principalmente.

Las autoridades dominicanas también han creado la Comisión Nacional de Prevención y Lucha contra a Violencia Intrafamiliar (Conapluvi), formada por 15 instituciones gubernamentales y de la sociedad civil, con la que enfrentan el flagelo de manera más efectiva, como aseguran.

La violencia contra la mujer no es un caso exclusivo de República Dominicana, ya que según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), una de cada cuatro mujeres sufre alguna experiencia violenta a manos de su pareja en la región.

Países como Nicaragua, Honduras, El Salvador, Argentina y España, entre muchos otros, se enfrentan a esta situación, aunque el país caribeño es uno de los que exhiben una de las tasas más altas de feminicidios.

Otro aspecto a tomar en cuenta es que los organismos oficiales que enfrentan la situación se quejan del bajo presupuesto del que disponen, principalmente para brindar la asistencia necesaria a mujeres en situación de riesgo.

La situación es bastante compleja, pues cuando se llega al grado de atentar contra la vida de la mujer, ya hay un prontuario de violencia de todo tipo que la propia víctima no quiso o no pudo denunciar debido a su dependencia emocional, económica o para evitar el sufrimiento de sus hijos.

Ese silencio forzado estimula al agresor que, al comprobar su "dominio", tiende a aumentar su comportamiento abusivo que puede o no expandir al resto de la familia.

En ocasiones, cuando el agresor intenta quitar la vida a una mujer, también lo hace contra aquellas personas que salen en su defensa, con lo cual llevan también la tragedia a terceros, por lo general del ámbito familiar de la víctima.

La sociedad dominicana tiene el reto de proteger a sus mujeres y de educar a sus hombres para garantizar el núcleo familiar.

Publicar un comentario

0 Comentarios