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“Monja de los inmigrantes” en EE.UU. denuncia que muchos tienen miedo hasta de ir al supermercado

Sor Norma Pimentel es conocida como "la monja de los inmigrantes". Durante más de diez años ha dirigido el Catholic Charities of the Rio Grande Valley Humanitarian Respite Center, un centro de ayuda humanitaria ubicado en McAllen, Texas, en la frontera con México. Desde allí, brinda asistencia a las personas que llegan a Estados Unidos buscando asilo.

Las autoridades fronterizas trasladan a este centro a muchas familias que viajan con niños menores de 6 años. Son uno de los pocos grupos que, después de cruzar ilegalmente la frontera desde México, no son deportados de manera inmediata.

El aumento de las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) para expulsar a los indocumentados ha desatado un clima de terror en las comunidades. 

“La gente tiene un miedo enorme […] sabe bien que en ninguna parte está segura, te recogen en cualquier lado y no puedes ir ni siquiera al supermercado, porque las redadas pasan en todas partes”, explica.

El año pasado recibieron una solicitud legal de inspección por parte de la Oficina del Fiscal General de Texas sobre las labores de ayuda a los inmigrantes, aunque fue desestimada por el juez.

Sor Pimentel asegura que esta sensación de miedo generalizado se ha extendido también a los vecinos Río Grande Valley. Muchos piensan ahora: “Si le ayudo a lo mejor me pasa algo a mí también”, cuenta en conversación con ACI Prensa poco después de participar en la “Conferencia ‘Refugiados y Migrantes en nuestro Hogar Común” este jueves con el Papa en el Vaticano.

La iniciativa, dentro del Jubileo de los Migrantes y del Mundo Misionero del 4 y 5 de octubre, es el primer encuentro global impulsado por el Vaticano que reúne a instituciones religiosas, organizaciones no gubernamentales (ONG) y expertos dedicados a abordar los desafíos de los flujos migratorios.

A todos ellos, el Pontífice les pidió que promuevan una cultura de “la reconciliación y la esperanza” para afrontar los “retos urgentes” migratorios.

 “El Santo Padre defiende que el inmigrante es un ser humano que hay que reconocer y tratar con dignidad. Entonces, no se puede decir que estamos a favor de la vida si no defendemos la vida del ser humano y del inmigrante”, afirmó Sor Pimentel.

Cada poco llaman a su puerta decenas de personas exhaustas que reflejan en sus cuerpos las consecuencias de un viaje infernal. La mayoría recorren a pie cientos de kilómetros hasta llegar a la frontera entre Estados Unidos y México. 

Por eso, esta religiosa de los Misioneros de Jesús, que trabaja codo con codo con el obispo de Brownsville, Mons. Daniel Flores, les recibe siempre con una caricia: “Estamos justo en la frontera, ahí con los inmigrantes, con las familias migrantes, que realmente son parte de nuestra Iglesia”. 

“Estamos muy conectados sobre cómo estar presentes, cómo hablar y animar al pueblo a ser buenos vecinos, a ayudarnos unos a otros, a no sentirse con miedo de que el gobierno no nos permite vivir nuestra religión, nuestra fe, y estar presentes para ayudar al pueblo cuando lo necesita”, añade.

Lo más importante es “que no se sientan abandonados y solos” y que perciban que, a pesar de la hostilidad creciente, “sí son algo que importan en la vida”.

Una entrega total que nace del convencimiento de que toda persona que sufre tiene el rostro de Cristo. En todo caso, Sor Pimentel no oculta que a veces se siente desbordada. “No nos alcanzan los recursos”, afirma.

También está convencida de que ponerles rostro y compartir las historias de terror que arrastran estas personas es el mejor antídoto contra el hastío social hacia los inmigrantes: “Cuando yo veo a un chiquillo llorando que se me acerca a mí y me dice, ‘ayúdame’, con su rostro lleno de lágrimas, [quiero] poder compartir eso con otras personas. Así las personas sienten ese dolor, ese llanto de esa criatura o de esa madre que se encuentra asustada y con miedo de cómo proteger a sus hijos”.

Por eso, nunca pierde oportunidad de denunciar el dolor de estas personas porque “cuando te acercas a un ser humano que está sufriendo, tu corazón se conecta y cambias”.

ACI Prensa

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