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Elegía a la enfermera del barrio


Por Aquiles Julián

A Miriam Barrera Gautreaux
Crecí testigo de los pequeños heroísmos cotidianos de mamá
La incertidumbre del pan la hacía aferrarse a Dios. Él proveerá, decía
Y de maneras que rozan el milagro
Dios no la defraudó. Mi madre, mientras tanto
era la médico
consejera
asistente
del barrio
que iba a consultarle porque mi madre no cobraba consulta
y miraba a sus vecinos con ojos de misericordia (mientras hacía memoria de sus días en la Clínica Internacional como enfermera, y hablaba del doctor Molina y
y otros fantasmas de los años 50).
Año tras año ella movía su artillería de vida
(ante la aguja diminuta vi temblar los violentos)
Mamá era la reina de las inyecciones , la que ponía a los comecandelas
a desmayarse. Señora del bencetazil y el antibiótico
del complejo B hierro y todo tipo de inyectable
de casa a casa por el barrio que aprendió de memoria sus pasos y los vio encorvarse
volverse inseguros, caminar de aquí a allá
Las calles de Villa Faro la vieron envejecer junto a sus jeringuillas
Un día el cabildo le hizo un reconocimiento:
a mamá le dieron una placa frente a sus hijos, en un parque y a ella
que se suponía endurecida por el arduo ejercicio de la enfermería,
se le anegó el corazón
El pétreo corazón de una enfermera habituada a lidiar con el dolor humano
crujió y se astilló en lágrimas
Allí estaba mamá: enfermera, doctora, trabajadora social,
la que escuchaba las cuitas de chulos infectados y les inyectaba el bencetazil prescripto
la que hacía las visitas de rigor, su apostolado ambulatorio
en aquel viejo Villa Faro que perdió sus límites,
temblando emocionada junto a sus hijos, la gente de aquel barrio diciéndole te quiero.
Cuando mi hermano me llamó y me dijo así, a secas, “Mamá murió”
yo estaba convencido de que era inmortal
Aquella viejecita tendida y silenciosa
¿a quién ahora en el cielo estará inyectando? ¿Quién te necesitaba allá, mamá,
que nos dejaste? Y todo el barrio que ya era tu familia
te lloró, fue contigo y te rindió homenaje.
Vieja Miriam Barrera de inyecciones a crédito
hospitalaria y frágil y entregada a los otros
Sé que camino al cielo ya te habrás detenido: alguien necesitaba de ti y tú acudiste.

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