A LA COMISION POLITICA DEL PRD
Por JUAN T H
Por JUAN T H
Señores y señoras:
Otra vez las tendencias amenazan la unidad interna del partido.
Otra vez los intereses personales intentan colocarse por encima de los intereses del partido y del país.
Otra vez las tendencias amenazan la unidad interna del partido.
Otra vez los intereses personales intentan colocarse por encima de los intereses del partido y del país.
Cuando un partido es derrotado en las elecciones sus dirigentes tienen que actuar con mucho sentido de responsabilidad, llegando incluso a renunciar de sus cargos en aras de la unidad interna y del avance.
Cuando un partido no gana el poder que debió ganar, por las razones que sean, tiene que abocarse a un proceso de evaluación interna para detectar los aciertos y los desaciertos, así como los responsables. Sólo así se puede seguir adelante.
Los jefes cargan con la responsabilidad de la victoria o de la derrota. No es de otro modo. ¿A quién culpar de la derrota? ¿Al gobierno por el uso de los recursos del Estado? ¿A la compra de cédulas? Sería muy fácil de ese modo, pero no llegaríamos a ninguna parte. El análisis tiene que ser otro. Es tarea de los dirigentes hacerlo.
No bien la Junta Central Electoral había proclamado al presidente Leonel Fernández como el ganador de la contienda cuando el candidato del PRD, a través de terceros, le hacía saber al país que mantenía sus aspiraciones de ser presidente de la República.
No bien admitía su derrota el candidato a la presidencia del PRD cuando un grupo de dirigentes llamaba a “su gente” para la búsqueda de la nominación presidencial para el 2012. Como si se tratara de una fiesta. Hay que decirlo con dolor, algunos aspirantes a la presidencia se alegró de que Miguel Vargas no ganara las elecciones.
Faltan 4 años para las elecciones y ya el PRD tiene cinco aspirantes a la presidencia de la República conocidos, sin contar por lo menos otros 15 que dentro de poco se lanzaran al ruedo, entre los que se encuentra el presidente del partido, al que los estatutos le tiene prohibido aspirar.
Todos los miembros del PRD tienen derecho a elegir y ser elegido. Así lo establecen los estatutos y la Constitución de la República. Pero todo a su debido tiempo y lugar. Ahora corresponde pensar y actuar en beneficio del partido y del país. Quienes buscan la nominación presidencial, a dos años de las elecciones congresuales y municipales, y a cuatro de las presidenciales, cometen un gravísimo error. No están pensando en el PRD.
Como me dijera hace un par de días el ingeniero Juan Vargas, “el PRD es como un barco que acaba de pasar una tormenta sin mayores daños. Lo que debemos hacer, es repararlo, pintarlo de blanco otra vez, colocarle los símbolos que lo identifica en alta mar, revisarle el motor, el aceite y todo lo demás, para que pueda volver a navegar. Si eso no se hace la nave puede hundirse con todos sus tripulantes. Hasta el capitán se puede ahogar”.
En el barco que se llama PRD navegan hoy más de un millón 500 mil tripulantes. Nadie puede permitir que ese barco zozobre. Otros subirán al barco en los próximos meses.
El barco tiene que colocarse en condición de andar por esos mares revueltos, con olas muy grandes y vientos muy fuertes. Como dijera el dirigente búlgaro George Dimitrov, “en política lo más importante es saber nadar en las aguas tempestuosas de la lucha de clases, y no quedarse en la orilla como simple espectador de las olas que se acercan”.
Una crisis económica nacional e internacional azota al mundo. En nuestro país esa crisis adquiere carácter imprevisible por la incapacidad de las autoridades y por la falta de políticas públicas para enfrentarla. El PRD tiene que colocarse en capacidad de darle respuesta a los problemas nacionales desde la oposición; tiene que convertirse en un partido moderno, insisto, con una plataforma ideológica y programática. Necesita dirigentes capaces y aguerridos, dispuestos al mayor de los sacrificios. Es tiempo de unidad y de cambios internos, no de proselitismo absurdo de caras a unas elecciones que serán dentro de cuatro años.
El PRD tiene que renovar sus cuadros dirigenciales, diseñar políticas para su rol como fuerza principal de oposición. El PRD tiene que prepararse para las elecciones congresuales y municipales que serán dentro de dos años, para lo cual deberá seleccionar a sus mejores hombres y mujeres, para retomar la dirección del Congreso y desde allí impulsar las leyes que beneficien a la mayoría de los ciudadanos.
El PRD precisa de una revolución interna que termine con las tendencias que ni Peña Gómez, con todo el peso de su liderazgo, pudo controlar. De igual modo, en el PRD tiene que producirse una profilaxis. Los tránsfugas, los inmorales, los oportunistas y demás parásitos políticos no pueden tener cabida. Es tiempo de barrer hacia fuera en PRD. Luego haremos lo mismo en la sociedad. Un nuevo PRD no puede surgir sin cambios en su estructura orgánica, sin una ideología, sin una plataforma programática, sin valores éticos y morales, sin referentes de dignidad y de capacidad.
Abogo por un nuevo PRD donde no mande don dinero, un nuevo PRD no de palabra, sino de hechos; un nuevo PRD preparado y dispuesto a satisfacer los anhelos de justicia social del pueblo dominicano.
Hay que recuperar las mayores y mejores tradiciones de lucha del PRD desde que fuera fundado harán 70 años. El PRD tiene que volver a ser la esperanza nacional. Pero una esperanza que pronto se convierta en realidad, no en sueños ni quimeras.
Los miembros de la Comisión Política que se reúnen este miércoles en la tarde, tienen en sus manos una gran responsabilidad ante su partido y ante el país. No es tiempo de pugnas por candidaturas, es tiempo de unidad y de cambios dentro del partido. El país espera grandes cosas del PRD. No lo defrauden. Ustedes tienen un compromiso con su pueblo. ¡Y con la historia!
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