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Hospital psiquiátrico parece un centro de torturas

Por Leoncio Bautista
Tomado de El Nacional

Pedro Brand.- Las condiciones deplorables de la edificación, falta de higiene y las pésimas atenciones que reciben los internos del sanatorio psiquiátrico Padre Billini, contrastan con el avance alcanzado por la psiquiatría moderna que supone que había quedado en el pasado el modelo de manicomio especie de centro de torturas para aquellos seres que perdieron la razón.

Para quienes por primera vez visitan ese centro de atenciones psiquiátricas, El Manicomio por antonomasia, que en el pasado se conocía como “El 28”, les resulta impresionante aquel tétrico lugar con pacientes de ambos sexos tirados en el piso, algunos desnudos, salpicados de heces fecales y vómitos.

Este panorama se torna más patético en pacientes catalogados por las autoridades del hospital como “irrecuperables”, que sólo aguardan el fin de la existencia dentro de cuatro paredes de una edificación concebida por el sátrapa de San Cristóbal en la década del 50.

A este tipo de pacientes se les aplica tratamiento diferente a aquellos que son llevados allí por trastornos psíquicos tratables con fármacos o cierto tipo de terapia, para su posterior seguimiento “ambulatorio” en su residencia.

Este último tipo de paciente, explicaron médicos del Padre Billini, es mantenido en áreas aisladas de los demás, donde se les da seguimiento durante un período de dos o tres semanas.

En cuanto a los considerados “no recuperables”, muchos de los cuales llevan hasta 25 años allí, apenas les son suministrados medicamentos para controlarles las crisis y están confinados en pabellones de barrotes corroídos, paredes con mugre y un ambiente que apesta.

El Psiquiátrico, según su director, doctor Pedro Fernández, tiene 121 pacientes, 58 de ellos abandonados por sus familiares. Algunos “viven” allí hace 15, 20 y 25 años.

Un paciente nuevo ingresa sin costo en una de las 14 camas de la Unidad Reintervención en Crisis donde puede pasar hasta 10 días sin compañía de un familiar y si precisa más tiempo, pasa a la Unidad de Mediana Estadía o a la Unidad Psicosocial.

Parte de la verja perimetral que protege el recinto, está rota, lo que unido a la vigilancia mínima facilita la fuga de pacientes.

La pésima calidad de la comida y la falta de higiene, son motivo de quejas de familiares que dos veces a la semana visitan el tanatorio.

Para Juana Almonte Rosario, quien visita periódicamente a un hermano de los etiquetados como “irrecuperables”, le resulta irritable observar la mala calidad del servicio que allí se ofrece.

Pretendiendo ocultar el deprimente panorama que se observa en áreas convertidas en confinamiento de pacientes, un miembro de la seguridad pretendió impedir que el reportero gráfico tomase fotografías, alegando que estaba prohibido por la Dirección, mientras uno de los médicos de servicio se mantuvo distante, fuera del alcance del lente.

Durante la visita periodística al Psiquátrico, ayer al mediodía, no fue posible entrevistar al director, el doctor Fernández, porque según informó una de sus secretarias, no estaba, y los médicos de turno se abstuvieron de hacer comentarios porque no están “autorizados”.

La Ley 12-06 sobre Salud Mental , en su artículo 10 establece que: “Son derechos básicos y libertades fundamentales de todas las personas que padezcan una alteración mental, ejercer todos los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales y las libertades establecidas por la Constitución”.
Historial del Manicomio
La edificación que aloja el hospital Psiquiátrico Padre Billini, integrado por diez pabellones para área de internamiento y uno para Dirección, oficinas administrativas, farmacias y consultorios, fue iniciada su construcción en 1957, terminada e inaugurada tres años después.

Allí fue trasladada la población de dementes alojada en el antiguo sanatorio ubicado en Nigua, San Cristóbal y que posteriormente fue convertido en leprocomio.

Trujillo dispuso además la edificación en el Padre Billini de un segundo lote de pabellones similares para alojar los pacientes tuberculosos que entonces ocupaban lo que hasta hace unos años fue el Campus I de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, en el kilómetro 6 de la autopista Duarte.

Para ese entonces, en “El Manicomio” o “El 28”, se aplicaba los métodos psicoterapéuticos de la época considerados los más avanzados, consistentes en aplicación de electrochoques, trementina inyectada (exceso de fijación) en ambas piernas lo que les provocaba intensos dolores, y eran confinados en angostas celdas con barrotes de hierro...

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