Tomado de 7dias.com.do.
Historia de vida.
“Los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma”
“El control de mi vida lo hago yo”
Eslogan para una campaña de la tercera edad de las mujeres
“Dichoso aquel que recuerda con agrado a sus antepasados, que gustosamente habla de las acciones y de su grandeza, y que serenamente se alegra viéndose al final de tan hermosa fila”
Johann von Goethe.
Hace más o menos dos meses estoy pensando en esta historia de vida y dudo si titularla “El control de mi vida lo hago yo”, “Fuguémonos juntos” o “En mi vida mando yo”.
Todo empezó cuando Magaly Pineda y la doctora Mirta Roses de Periago desde las dos instituciones que presiden escribieron acerca del significado y los alcances del 2012 para la población de los mayores adultos y los envejecientes .
2012 es el Año Europeo del Envejecimiento Activo y de la Solidaridad Inter generacional.
Una ocasión para todos de reflexionar sobre el hecho de que los europeos viven ahora más y con más salud que nunca y de asumir las oportunidades que eso representa.
El envejecimiento activo puede dar a la generación del baby boom y a las demás personas mayores del futuro la oportunidad de: permanecer en el mercado laboral y compartir su experiencia, seguir ejerciendo un papel activo en la sociedad, vivir una vida lo más saludable y satisfactoria posible.
También es fundamental mantener la solidaridad inter generacional en sociedades en las que aumenta rápidamente el número de personas mayores.
El reto para los políticos y los que se ocupan de estas cuestiones será mejorar las oportunidades de envejecer activamente en general y de vivir independientemente, actuando en ámbitos tan distintos como el empleo, la sanidad, los servicios sociales, la formación de adultos, el voluntariado, la vivienda, los servicios informáticos o el transporte.
El Año Europeo quiere concienciar sobre los distintos problemas y las mejores maneras de abordarlos. Pero más que nada, quiere animar a los responsables a establecer objetivos por sí mismos y actuar para alcanzarlos. 2012 debe ir más allá del debate y empezar a producir resultados tangibles.
“Ir más allá del debate y empezar a producir resultados tangibles” significa para mí empezar a rumiar el tema y hacer acopio de ideas. Como me ocurre a menudo, me encantó la foto que pegué en mi escritorio con la anciana subida a un banco y escribiendo: “El control de mi vida lo hago yo”.
No sé porque no me salió la historia de vida de una sola sentada como diría Juan Bosch. No. Tuve que encontrar días después la foto de la anciana y el perro abandonado que se fugan juntos, para que todo culminara en esta historia de vida que no sabía cómo se iba a llamar pero que debía ser en clave de humor, con una sana risa y a la que todavía le faltaba un tiempo de sazón.
Lo usual en mi, empecé a guardar textos, recortes de diarios, frases de internet, fotos, entrevistas y las anotaciones que a diario escribo de mi vida cotidiana. Y al mismo tiempo, como soy una señora de sesentaicuatro años, producto del baby boom de posguerra empecé a escribir de lo que me había pasado a mí desde que cumplí sesenta años en 2007.
Y lo hice, como hago las cosas en mi vida, con alegría. Soy de naturaleza alegre. Hija única, estoy acostumbrada a la soledad y a serme amena aunque esté sola. Pesa sobre mí el haber sido criada entre adultos como centro y objeto de sus deseos. Para bien o para mal, ellos me quisieron a su manera, entre luces y sombras, siempre me sentí amada y eso me dio fuerza para llegar a ser lo que soy gracias a mis mayores. En realidad, no me molesta envejecer y me despierta un entusiasmo de adolescente ver cómo es eso de la vejez activa, de ser útil a la comunidad, de aportar esas cosas que vienen morosas, lentas pero llenas de experiencia.
Eso que enuncia Magaly: “permanecer en el mercado laboral y compartir su experiencia, seguir ejerciendo un papel activo en la sociedad, vivir una vida lo más saludable y satisfactoria posible y mantener relaciones inter generacionales”. Es decir lo que en los papeles y la burocracia se enuncia pero que aplicado a la vida diaria es distinto. Imagino que será más fácil en Europa, aunque lo dudo con la crisis que están viviendo. Aquí en Latinoamérica y en Santo Domingo tiene el sabor de la quimera.
Entre tanto, y pensando en esa frase del empoderamiento aprendo todos los días cosas diferentes y amenas, me divierto muchísimo, se me ocurren cosas loquísimas que me hacen reír a carcajadas , temas originales para mis historias de vida, hablo en voz alta y a solas, dialogo con mi jauría y con mi gata, con las plantas, escribo de todo y de todos pero lo guardo en reserva en mi cuaderno de notas, no ofendo a nadie, socializo con mis vecinos, con el entorno, tampoco me peleo si no me prestan atención y he conseguido un entusiasmo sereno para el común de los días, donde subida a una silla escribo para mí que “en mi vida mando yo”.
Desde el 12 de enero del 2011 voy al consultorio de un médico que practica medicina alternativa. Hizo un pronóstico o historia clínica de mi vida, mis dolores y mis patologías del alma y del cuerpo. Practicó digitoacupuntura, me recetó gotas de Saint Germaine, consteló mi familia, mis empleos, mis empleadores, los hombres de mi vida, desde los esposos, los amantes, los hijos, los jefes, los vecinos, los amigos y recetó gotitas diversas para la desesperación y el desamor.
Tres veces por semana voy a un curso de pilates para señoras de la tercera edad porque en un sueño que tuve en La Habana, la leona soñada escuchaba un solo de trompeta de Arturo Sandoval, en la Habana vieja, y estaba muy malhumorada porque se vio reflejada en la vidriera y había perdido su grácil cintura de juventud.
La vieja y gruesa leona se vio reflejada en esas vidrieras coquetas que han construido en la Habana con los dineros de la Unión Europea para distraer a la población del derrumbe de cincuenta tres años consecutivos de impedir que los cubanos manden en sus vidas.
En sueños se aparecieron de nuevo las dos leonas viejas, consteladas diría mi médico alternativo para decirme vaya una a saber qué cosa.
La flaca y desmejorada de Washington y la otra restablecida y engordada pero herida en la vanidad por esa cintura gruesa que pasea por La Habana vieja, mientras escucha el solo de trompeta y toca en una portal semiderruido preguntando por esa Emilia Artamendi, relatada por Eliades Acosta que debe haber vivido en esos muelles del siglo XIX.
¿Qué significan las dos leonas viejas del sueño en la duermevela de una señora de la tercera edad que quiere ser proactiva, incorporarse al mercado laboral y mantener la conexión inter generacional en el siglo XXI?
El 11 de abril del 2010, en Washington, celebré la Pascua de Resurrección en una iglesia de esclavos libertos de la guerra de Secesión, mientras escuchaba música de Cesar Frank tocada en un órgano de 1867 y hablaba con el fantasma de mi abuelo materno que ese día de 1923, se murió prematuramente en Buenos Aires. Sentada frente a un brazo del Potomac, debajo de un árbol lleno de pájaros negros como los de Edgard Alan Poe, le pregunté a Fernando Patricio Anzoátegui Testa si no estaba contento de que su nieta lo sacara a pasear por Washington.
Al día siguiente regresaba a Santo Domingo pero en las vísperas soñé con una leona flaca y en los huesos que esperaba a los funcionarios de OPS al final de la escalera de la institución. Educada, los escuchaba pero después les daba la espalda y se iba caminando, con una grupa de puro huesos, entre un campo de lechugas y trinitarias que eran las veces del jardín de la OPS. Caminaba, magra y enflaquecida entre los ramos de trinitarias, aspiraba el perfume de las flores y cada tanto se zampaba una plantita de lechuga.
La vieja leona herbívora había corrido una hambruna de antología, escuchaba educadísima las conversaciones de trabajo pero se iba caminando solita y en los huesos. La pobre… caminaba entre trinitarias y lechugas porque a pesar del desempleo en su vida mandaba ella.
En cambio, la leona soñada en Cuba había engordado y perdido su esbelta cintura de los treinta años. Y cuando las pensé a los dos me di cuenta, que durante mucho tiempo yo escribí de lo que les pasaba a los hombres de sesenta años, pero no tenía una historia de las mujeres mayores, ni de las leonas herbívoras, flacas y sin empleo, o de las que habían perdido la gracia de la juventud .
Entusiasmada, me animé desde el 2007 a registrar día a día lo que se iba transformando en mi piel, en mis sentimientos, en mis humores, es mis afectos. Y a observar a los otros.
“La vejez arruga la piel pero la falta de entusiasmo arruga el alma “y lo copie hasta el hartazgo para animarme.
De pronto fue real eso de: “Hay un punto en la vida, en que te das cuenta, quién importa, quien nunca importo, quien no importa más, y quien importara para siempre”.
Y como la leona en los huesos de Washington o la que perdió su grácil cintura de juventud en La Habana llego una tercera leona, esa que programa Magali Pineda para los envejecientes del 2012.
Esa tercera leona, es la del Santo Domingo del nuevo siglo, la del New York chiquito donde vivir aquí es no solo un camino a contramano para las personas mayores sino para todos los estratos sociales, de edad, de sexo, de profesión. Da lo mismo ser niño, joven, adulto o viejo. Todos los derechos humanos en este país, para todos, están violados y vulnerados.
En mi caso, por ejemplo desde hace diez años han sido vulnerado mi derecho a tener trabajo porque desde el 2004, en que subió al gobierno el PLD y Leonel Fernández, sistemáticamente como a Herta Muller en la Rumania de Ceacescu me echan de todos los empleos, no aprovechan mis habilidades ni destrezas como diría un estratega del couch, los recursos y conocimientos de toda mi vida son dejados de lado, no aprovechan mi sabiduría de mujer mayor, además, de ponerme al borde de un ataque de nervios por no tener jubilación, ni pensión, ni retiro, ni siquiera la posibilidad de ser “free lance” de la tercera edad. Nada más y nada menos que por ser desafecta al régimen.
“El control de mi vida lo hago yo”
Eslogan para una campaña de la tercera edad de las mujeres
“Dichoso aquel que recuerda con agrado a sus antepasados, que gustosamente habla de las acciones y de su grandeza, y que serenamente se alegra viéndose al final de tan hermosa fila”
Johann von Goethe.
Hace más o menos dos meses estoy pensando en esta historia de vida y dudo si titularla “El control de mi vida lo hago yo”, “Fuguémonos juntos” o “En mi vida mando yo”.
Todo empezó cuando Magaly Pineda y la doctora Mirta Roses de Periago desde las dos instituciones que presiden escribieron acerca del significado y los alcances del 2012 para la población de los mayores adultos y los envejecientes .
2012 es el Año Europeo del Envejecimiento Activo y de la Solidaridad Inter generacional.
Una ocasión para todos de reflexionar sobre el hecho de que los europeos viven ahora más y con más salud que nunca y de asumir las oportunidades que eso representa.
El envejecimiento activo puede dar a la generación del baby boom y a las demás personas mayores del futuro la oportunidad de: permanecer en el mercado laboral y compartir su experiencia, seguir ejerciendo un papel activo en la sociedad, vivir una vida lo más saludable y satisfactoria posible.
También es fundamental mantener la solidaridad inter generacional en sociedades en las que aumenta rápidamente el número de personas mayores.
El reto para los políticos y los que se ocupan de estas cuestiones será mejorar las oportunidades de envejecer activamente en general y de vivir independientemente, actuando en ámbitos tan distintos como el empleo, la sanidad, los servicios sociales, la formación de adultos, el voluntariado, la vivienda, los servicios informáticos o el transporte.
El Año Europeo quiere concienciar sobre los distintos problemas y las mejores maneras de abordarlos. Pero más que nada, quiere animar a los responsables a establecer objetivos por sí mismos y actuar para alcanzarlos. 2012 debe ir más allá del debate y empezar a producir resultados tangibles.
“Ir más allá del debate y empezar a producir resultados tangibles” significa para mí empezar a rumiar el tema y hacer acopio de ideas. Como me ocurre a menudo, me encantó la foto que pegué en mi escritorio con la anciana subida a un banco y escribiendo: “El control de mi vida lo hago yo”.
No sé porque no me salió la historia de vida de una sola sentada como diría Juan Bosch. No. Tuve que encontrar días después la foto de la anciana y el perro abandonado que se fugan juntos, para que todo culminara en esta historia de vida que no sabía cómo se iba a llamar pero que debía ser en clave de humor, con una sana risa y a la que todavía le faltaba un tiempo de sazón.
Lo usual en mi, empecé a guardar textos, recortes de diarios, frases de internet, fotos, entrevistas y las anotaciones que a diario escribo de mi vida cotidiana. Y al mismo tiempo, como soy una señora de sesentaicuatro años, producto del baby boom de posguerra empecé a escribir de lo que me había pasado a mí desde que cumplí sesenta años en 2007.
Y lo hice, como hago las cosas en mi vida, con alegría. Soy de naturaleza alegre. Hija única, estoy acostumbrada a la soledad y a serme amena aunque esté sola. Pesa sobre mí el haber sido criada entre adultos como centro y objeto de sus deseos. Para bien o para mal, ellos me quisieron a su manera, entre luces y sombras, siempre me sentí amada y eso me dio fuerza para llegar a ser lo que soy gracias a mis mayores. En realidad, no me molesta envejecer y me despierta un entusiasmo de adolescente ver cómo es eso de la vejez activa, de ser útil a la comunidad, de aportar esas cosas que vienen morosas, lentas pero llenas de experiencia.
Eso que enuncia Magaly: “permanecer en el mercado laboral y compartir su experiencia, seguir ejerciendo un papel activo en la sociedad, vivir una vida lo más saludable y satisfactoria posible y mantener relaciones inter generacionales”. Es decir lo que en los papeles y la burocracia se enuncia pero que aplicado a la vida diaria es distinto. Imagino que será más fácil en Europa, aunque lo dudo con la crisis que están viviendo. Aquí en Latinoamérica y en Santo Domingo tiene el sabor de la quimera.
Entre tanto, y pensando en esa frase del empoderamiento aprendo todos los días cosas diferentes y amenas, me divierto muchísimo, se me ocurren cosas loquísimas que me hacen reír a carcajadas , temas originales para mis historias de vida, hablo en voz alta y a solas, dialogo con mi jauría y con mi gata, con las plantas, escribo de todo y de todos pero lo guardo en reserva en mi cuaderno de notas, no ofendo a nadie, socializo con mis vecinos, con el entorno, tampoco me peleo si no me prestan atención y he conseguido un entusiasmo sereno para el común de los días, donde subida a una silla escribo para mí que “en mi vida mando yo”.
Desde el 12 de enero del 2011 voy al consultorio de un médico que practica medicina alternativa. Hizo un pronóstico o historia clínica de mi vida, mis dolores y mis patologías del alma y del cuerpo. Practicó digitoacupuntura, me recetó gotas de Saint Germaine, consteló mi familia, mis empleos, mis empleadores, los hombres de mi vida, desde los esposos, los amantes, los hijos, los jefes, los vecinos, los amigos y recetó gotitas diversas para la desesperación y el desamor.
Tres veces por semana voy a un curso de pilates para señoras de la tercera edad porque en un sueño que tuve en La Habana, la leona soñada escuchaba un solo de trompeta de Arturo Sandoval, en la Habana vieja, y estaba muy malhumorada porque se vio reflejada en la vidriera y había perdido su grácil cintura de juventud.
La vieja y gruesa leona se vio reflejada en esas vidrieras coquetas que han construido en la Habana con los dineros de la Unión Europea para distraer a la población del derrumbe de cincuenta tres años consecutivos de impedir que los cubanos manden en sus vidas.
En sueños se aparecieron de nuevo las dos leonas viejas, consteladas diría mi médico alternativo para decirme vaya una a saber qué cosa.
La flaca y desmejorada de Washington y la otra restablecida y engordada pero herida en la vanidad por esa cintura gruesa que pasea por La Habana vieja, mientras escucha el solo de trompeta y toca en una portal semiderruido preguntando por esa Emilia Artamendi, relatada por Eliades Acosta que debe haber vivido en esos muelles del siglo XIX.
¿Qué significan las dos leonas viejas del sueño en la duermevela de una señora de la tercera edad que quiere ser proactiva, incorporarse al mercado laboral y mantener la conexión inter generacional en el siglo XXI?
El 11 de abril del 2010, en Washington, celebré la Pascua de Resurrección en una iglesia de esclavos libertos de la guerra de Secesión, mientras escuchaba música de Cesar Frank tocada en un órgano de 1867 y hablaba con el fantasma de mi abuelo materno que ese día de 1923, se murió prematuramente en Buenos Aires. Sentada frente a un brazo del Potomac, debajo de un árbol lleno de pájaros negros como los de Edgard Alan Poe, le pregunté a Fernando Patricio Anzoátegui Testa si no estaba contento de que su nieta lo sacara a pasear por Washington.
Al día siguiente regresaba a Santo Domingo pero en las vísperas soñé con una leona flaca y en los huesos que esperaba a los funcionarios de OPS al final de la escalera de la institución. Educada, los escuchaba pero después les daba la espalda y se iba caminando, con una grupa de puro huesos, entre un campo de lechugas y trinitarias que eran las veces del jardín de la OPS. Caminaba, magra y enflaquecida entre los ramos de trinitarias, aspiraba el perfume de las flores y cada tanto se zampaba una plantita de lechuga.
La vieja leona herbívora había corrido una hambruna de antología, escuchaba educadísima las conversaciones de trabajo pero se iba caminando solita y en los huesos. La pobre… caminaba entre trinitarias y lechugas porque a pesar del desempleo en su vida mandaba ella.
En cambio, la leona soñada en Cuba había engordado y perdido su esbelta cintura de los treinta años. Y cuando las pensé a los dos me di cuenta, que durante mucho tiempo yo escribí de lo que les pasaba a los hombres de sesenta años, pero no tenía una historia de las mujeres mayores, ni de las leonas herbívoras, flacas y sin empleo, o de las que habían perdido la gracia de la juventud .
Entusiasmada, me animé desde el 2007 a registrar día a día lo que se iba transformando en mi piel, en mis sentimientos, en mis humores, es mis afectos. Y a observar a los otros.
“La vejez arruga la piel pero la falta de entusiasmo arruga el alma “y lo copie hasta el hartazgo para animarme.
De pronto fue real eso de: “Hay un punto en la vida, en que te das cuenta, quién importa, quien nunca importo, quien no importa más, y quien importara para siempre”.
Y como la leona en los huesos de Washington o la que perdió su grácil cintura de juventud en La Habana llego una tercera leona, esa que programa Magali Pineda para los envejecientes del 2012.
Esa tercera leona, es la del Santo Domingo del nuevo siglo, la del New York chiquito donde vivir aquí es no solo un camino a contramano para las personas mayores sino para todos los estratos sociales, de edad, de sexo, de profesión. Da lo mismo ser niño, joven, adulto o viejo. Todos los derechos humanos en este país, para todos, están violados y vulnerados.
En mi caso, por ejemplo desde hace diez años han sido vulnerado mi derecho a tener trabajo porque desde el 2004, en que subió al gobierno el PLD y Leonel Fernández, sistemáticamente como a Herta Muller en la Rumania de Ceacescu me echan de todos los empleos, no aprovechan mis habilidades ni destrezas como diría un estratega del couch, los recursos y conocimientos de toda mi vida son dejados de lado, no aprovechan mi sabiduría de mujer mayor, además, de ponerme al borde de un ataque de nervios por no tener jubilación, ni pensión, ni retiro, ni siquiera la posibilidad de ser “free lance” de la tercera edad. Nada más y nada menos que por ser desafecta al régimen.
En realidad, esta historia empecé a soslayarla el 24 de enero del 2012, cuando me senté y pensé en mi amiga suicida, esa que se arrojó al vacío en 1989, desde el balcón de una clínica psiquiátrica de Mendoza. Nené Fernández nació el 1 de noviembre de 1938. La narré en tres historias de vida consecutivas y la rematé con “Bendito sea su recuerdo”.
Las escribí con furia para castigar a su verdugo. Lo extraordinario de este aniversario es que he cambiado tanto, que ya no soy la leona vengativa en el desempleo del 2009, ni la leona herbívora de Washington, flaca y en los huesos del 2010, ni la leona que engordó y perdió la gracia de la juventud, en La Habana del 2011. Ahora soy una leona desconocida que se asemeja en este ano del 2012, a eso que Magaly y Mirta quieren para el respeto y la calidad de vida de la gente mayor y que se asemeja en esa frase sin fisuras de Oscar Wilde cuando dijo : “Discúlpeme que no lo reconozca … pero he cambiado tanto”
Graciela Azcárate.
Las escribí con furia para castigar a su verdugo. Lo extraordinario de este aniversario es que he cambiado tanto, que ya no soy la leona vengativa en el desempleo del 2009, ni la leona herbívora de Washington, flaca y en los huesos del 2010, ni la leona que engordó y perdió la gracia de la juventud, en La Habana del 2011. Ahora soy una leona desconocida que se asemeja en este ano del 2012, a eso que Magaly y Mirta quieren para el respeto y la calidad de vida de la gente mayor y que se asemeja en esa frase sin fisuras de Oscar Wilde cuando dijo : “Discúlpeme que no lo reconozca … pero he cambiado tanto”
Graciela Azcárate.
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