Por Fátima Alvarez.
“Antes, ser periodista era una manera de vivir, una profesión para toda la vida, una razón para vivir, una identidad. Ahora… cambian constantemente de trabajo… No se identifican con su profesión”. Ryszard Kapuscinski.
El ejercicio del periodismo está siendo analizado. Al igual que el magisterio, el periodismo necesita nuevas miras para que su práctica resulte en la satisfacción de una necesidad social.
“Periodistas” con gravísimas faltas ortográficas, sin sentido de la sintaxis, sin una formación académica sólida y un bajísimo nivel cultural, no pueden dar como resultado un ejercicio eficaz.
Si a esto sumamos una merma en el manejo ético por parte de algunos, tendremos… lo que tenemos.
Pero el problema es de dos vías. No solo se requieren buenos periodistas. También, empresas conscientes del rol mediático que cumplen y no solo como generadora de recursos económicos.
Hubo un tiempo en el que la prensa era un vehículo para la cultura, cumpliendo de esta forma con los roles de informar, educar y entretener.
“El rol de la prensa, salvo raras excepciones, es más bien negativo”, dijo en una ocasión el director de Monde Diplomatique, Carlos Gabbeta. Y aunque el contexto de su opinión era diferente, igual recomendó iniciar procesos de formación que resultaran en una nueva visión sobre el papel de la prensa, la educación y la política.
Al igual que el magisterio, a la Comunicación Social como carrera acceden, en su mayoría, los de menores recursos económicos que, traducidos a la realidad socioeconómica y política de nuestro país, son además, los de más bajos niveles educativos y más corta visión del entorno global.
¿Resultados? Periodistas arrastrados por la vorágine del poder mediático, del acceso al escalamiento social y del interés del marketing. La calidad periodística pasó a un ¿segundo? plano.
La autocensura del periodista de hoy, en los que la padecen, no obedece como antaño a la imposición sutil de la empresa que le paga, sino a una especie de ética elástica que le permite acceder a un público de poder económico y social, sin miramientos, y así “cotizarse” en el mercado social.
Una revisión del perfil del estudiante de Comunicación Social, de la currícula, del papel de las empresas de comunicación de cara a la realidad de este mundo global y del sentido ético del ejercicio profesional ayudará a promover un mayor compromiso social y personal de parte de los periodistas.
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