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La expulsión de Calderón
Por Juan TH
La Comisión Política del Partido Revolucionario Dominicano se reunió apresuradamente para conocer la expulsión sumaria del diputado Rafael Calderón “por alta traición”. La votación fue prácticamente unánime.
¿Qué motivó la expulsión de un diputado ejemplar, reconocido por sus compañeros legisladores como uno de los más honorables y capaces, con aportes muy importantes para el país desde su curul? El presidente del PRD, Miguel Vargas se reservó la candidatura senatorial de Azua para dársela a uno de los suyos, cosa que está haciendo en casi todo el país. Rafael Calderón durante cuatro años trabajó para postularse como senador. De pronto se vio imposibilitado por la decisión del presidente del PRD por militar en la corriente de Hipólito Mejía.
El actual senador de Azua, que ya tiene varios periodos en el Congreso, es del grupo de Miguel. En un acto irracional Calderón decidió buscar el apoyo del presidente de la República y presidente del PLD, Leonel Fernández, presto siempre a pescar en río revuelto. La reunión entre el presidente Fernández y Calderón dio sus frutos. Hoy es el candidato a senador del partido de gobierno.
Un acto de transfuguismo. ¿Merecía Calderón la expulsión del PRD? Claro que sí. Ahora bien, Calderón fue empujado por Miguel Vargas que no quiere que nadie que no sea de su tendencia ocupe cargos importantes dentro o fuera del PRD. Si Miguel Vargas no se reserva la senaduría para dársela a uno de los suyos, Calderón, que es un hombre valioso, estaría en su partido. Esa es la verdad.
Por otra parte, la traición de Calderón fue menor que la del propio Miguel Vargas que se reunió varias veces con el presidente Leonel Fernández y firmó un pacto de magnitudes sin precedentes. Un pacto que aun los organismos del PRD no han discutido ni aprobado. Miguel Vargas no tenía calidad para firmar pactos ni acuerdos con el gobierno. No tenía calidad orgánica ni autorización de nadie.
El presidente del PRD, Ramón Alburquerque, ni el secretario general, Orlando Jorge Mera, sabían que Miguel se estaba reuniendo clandestinamente con el presidente de un gobierno que había sido calificado como “legal, pero no legitimo”, un presidente que el propio Vargas Maldonado dijo que había “comprado las elecciones” con los recursos del Estado. Como puede verse, la traición de Miguel fue mayor que la de Calderón.
La acción de Calderón afecta al PRD en una provincia. Se trató de una acción personal. La acción de Miguel, en cambio, involucró al partido. Miguel le impuso al PRD y al país una constitución atrasada que le devuelve al presidente de la República todos los poderes del Estado. Miguel obligó a los legisladores del PRD a colocarse de espalda al derecho de las mujeres a decidir a cuantos hijos tener y en qué momento. Y sin embargo nadie planteó su expulsión del PRD. Nadie pidió siquiera una sanción menor.
El pacto secreto de Miguel Vargas con el gobierno está llevando al PRD a una derrota en las elecciones del año próximo. Y nadie dice nada. La complicidad, incluso del viejo liderazgo, da vergüenza y pena.

El otro caso, igualmente sintomático, es el del ilustre abogado Milton Ray Guevara, que sin el mandato expreso del PRD, decidió formar parte del grupo de redactores de la constitución del presidente Leonel Fernández. Mientras el PRD exigía una Constituyente, Milton le hacía coro a Leonel Fernández con la Asamblea Revisora. El PRD iba por un lado y Milton Ray Guevara iba por otro. Y nadie lo suspendió. Nadie lo acusó de traición. Claro, Milton es del grupo de Miguel Vargas.

El fraude electoral que orquestó Miguel Vargas para que la convención la ganaran sus títeres ha debido ser motivo de sanciones aleccionadoras. El fraude, chapucero y burdo contra Guido Gómez Mazara, Tony Peña y otros dirigentes del PRD, ha debido ser motivo de escándalo. Sin embargo, nada ha pasado. Y es que en el PRD hay dos estatutos. Uno para la gente de Miguel y otro para la gente de Hipólito Mejía y Luís Abinader.

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